En una economía circular los productos están diseñados para ser duraderos, reutilizados y reciclables, los materiales para nuevos productos provienen de productos antiguos. En la medida de lo posible, todo se reutiliza, remanufactura, recicla de nuevo en materia prima, se usa como fuente de energía o, como último recurso, se desecha.
La Economía circular se dirige tanto a los actores públicos encargados del desarrollo sostenible y del territorio, como a las empresas que buscan resultados económicos, sociales y ambientales, con el fin de concertar a todos los agentes sociales, políticos, académicos, científicos y empresariales para conseguir un modo de ser sostenible para toda la sociedad.
Principios en los que descansa la Economía Circular:
El ecodiseño que considera los impactos medioambientales a lo largo del ciclo de vida de un producto y los integra desde su concepción.
La ecología industrial y territorial que establece un modo de organización industrial en un mismo territorio caracterizado por una gestión optimizada de los inventarios y de los flujos de materiales, energía y servicios.
La economía de la funcionalidad que privilegia el uso frente a la posesión, la venta de un servicio frente a la de un bien.
la reutilización de residuos o ciertas partes de los mismos que todavía pueden funcionar para la elaboración de nuevos productos.
El segundo uso al reintroducir en el circuito económico aquellos productos que ya no corresponden a las necesidades iniciales de los consumidores.
La reparación para dar una segunda vida a los productos estropeados.
El reciclaje con el fin de aprovechar los materiales que se encuentran en los residuos.
La valorización energética de los residuos que no se pueden reciclar.
Jerarquización de la Economía Circular
La economía circular ha reinventado la jerarquía de las 3R, esta propuesta que pretende desarrollar hábitos de consumo sostenible. Cabe resaltar que las 3R se crearon con la intención de que fueran de fácil recordación. Esto aplica tanto a la acciones como a su orden: primero reducir, si esto no en posible entonces reutilizar y, por último, y por ello menos deseable, reciclar.
Para que la economía circular cumpla sus objetivos es muy importante que las acciones se realicen en orden de prioridad. En este sentido la normativa que rige en el Ecuador ha incorporado esta idea de la siguiente manera: por una parte, la Ley Orgánica de Economía Circular Inclusiva establece como uno de sus principios a la jerarquía en el manejo de residuos y determina la prioridad de tratamiento que debe recibir un producto en el siguiente orden: ecodiseño, reutilizar, reparar, restaurar, remanufacturar, reducir, re-proponer, reciclar y recuperar energía, y finalmente considerar su eliminación ambientalmente adecuada. Por otra parte, el Código Orgánico del Ambiente establece que la gestión de residuos y desechos deberá cumplir con la siguiente jerarquización en orden de prioridad: prevención, minimización de la generación en la fuente, aprovechamiento o valorización, eliminación y disposición final. Esta última se limitará a aquellos desechos que no se puedan aprovechar, tratar, valorizar o eliminar en condiciones ambientalmente adecuadas y tecnológicamente factibles. En el mismo sentido en el Libro Blanco de Economía Circular de Ecuador se hace una discutible comparación entre las 9R de Kirchherr y la jerarquización del COA.
Sin embargo, pretender que los términos que definen los conceptos a jerarquizar empiecen todos con la letra R es algo forzado y que esto además funcione en varios idiomas parece un despropósito.